Yasiel Puig.
Los
Dodgers de Los Ángeles encontraron en Cuba una mina de oro y ahora quieren
explotarla.
Yasiel
Puig fue el primer metal precioso que brotó, lo desempolvaron, lo tazaron, y al
percatarse de su valor preciado, de su corta pero ya incuestionable impronta, decidieron
que todo jugador cubano que oliera a MLB, tendría las puertas abiertas para
probar fortuna en California, en el majestuoso Dodgers Stadium.
Puig
fui el motivo, la bisagra, quien allanó el camino para el resto. Un parteaguas
en la nueva era de los Dodgers.
Tras
la explosión de Puig, la organización ajustó su gestión de fichajes, llamémosle
jamo, y se dispusieron a pescar el talento cubano.
Alexander Guerrero
Pescaron
a Erisbel Arruebarrena (25 millones), a Alexander Guerrero (28 millones), a
Pablo Millán Fernández (8 millones), a Héctor Olivera (62, 5 millones) y ya
tenían en sus filas a Yasmani Grandal.
Un
grupo, una familia, un piquete de cubanos, que dicen darse la mano los unos a
los otros.
“Lo
pienso y me parece increíble, nunca se había visto cosa igual en las Grandes
Ligas, nunca había habido tantos cubanos en un mismo banquillo. Es una lástima
que todos no podamos estar en el primer equipo, que haya algunos ganándose el
puesto en las filiales, sería genial que algún día todos coincidamos en el
equipo de arriba”, comenta Grandal vía mail a través de su representante.
Grandal
Grandal
es el receptor titular de los Dodgers y probablemente esté pasando por su mejor
momento en la MLB. Una vez que se afianzó detrás del home plate como hombre
indiscutible para guiar al staff californiano, su rendimiento ha ido en
ascenso.
Yasmani
Grandal y Alexander Guerrero se saludan durante un partido de la actual
temporada.
Guerrero.
“En
el primer equipo solo estamos tres: Puig, Guerrero y yo. Pero estamos seguros
que Olivera debe estar al subir, nos acabamos de enterar que ya comenzará a
jugar en las filiales. Si bien no andamos siempre uno al lado del otro, sí
conversamos mucho, nos aconsejamos, al final llevamos la misma sangre, somos de
la misma tierra”.
De
todos los cubanos, a Erisbel Arruebarrena es el que más le ha costado el
tránsito al profesionalismo. Ni en el diamante, ni fuera de la grama, el
cienfueguero ha podido adaptarse. Sigue exhibiendo sus nobles manos para
fildear, para alcanzar bolas que amenazan con adentrarse en los jardines, pero
su ofensiva sigue pobre, raquítica, y eso, a este nivel de béisbol, no se
perdona.
Erisbel.
“He
llegado a estar en el primer equipo un par de veces, pero las cosas no me
fueron del todo bien, este es un equipo que tiene grandes estrellas como
jugadores de cuadro y eso ha influido para que no pueda brillar”, señala
Arruebarrena en Facebook, a quien los Dodgers decidieron suspender por
indisciplina en lo que queda de temporada.
Sobre
el motivo de la sanción, Erisbel no quiso hablar, solo dijo que “hay que seguir
trabajando, esto es el profesionalismo, es nuestro trabajo, hay que
sobreponerse a los errores que uno comete”.
Arruebarrena,
es cienfueguero igual que Yasiel Puig y en Cuba compartieron dogout desde las
categorías infantiles. “Él siempre está viajando con el equipo, pero cuando
coincidimos en la misma ciudad, siempre nos hablamos para comer juntos, desde
Cuba éramos muy buenos amigos. Nuestro carácter es muy parecido, somos
explosivos, siempre nos damos consejos, yo a él y viceversa. Puig está loco por
tenerme a su lado en los Dodgers, sueño con eso”.
Héctor Olivera.
A
otro que le ha costado adaptarse es al tunero Alexander Guerrero, quien
recuerda su paso por las inferiores de la organización como “tormentoso”. Ya
anclado en el equipo principal, Guerrero ha comenzado a abrirse camino a golpe
de batazos.
“Es
mucho más cómodo cuando miras para al lado y sabes que tienes a un cubano
cerca, mejor si sabes que tienes a más de uno. La estancia es menos pesada,
puedes hablar en las prácticas, en las comidas, sabes que no va a haber
problema con el idioma. Luego, cuando tenemos algún tiempo libre, nos reunimos
y cenamos con nuestras familias”, señala Guerrero a través de Facebook.
Ahora,
la lucha de Guerrero es por afianzarse en la novena titular. A pesar de su buen
rendimiento con el madero al hombre, el manager Don Mattingly sigue demostrando
que Alexander, por ahora, no entra en sus planes.
“Es complicado porque aquí cada cual se
prepara solo, en Cuba no estábamos adaptados a eso, por eso es tan importante,
nos ayuda mucho que hayan cubanos en el equipo, así no nos sentimos solos”,
insiste el tunero.
La
directiva de los Dodgers aún no ha aclarado a la prensa cuál fue la
indisciplina que cometió Erisbel Arruebarrena (al centro en la foto) por la que
fue separado de la franquicia en lo que resta de temporada.
Olivera.
El
próximo Dodgers cubano en subir al primer equipo y debutar en la MLB debe ser
Héctor Olivera. El santiaguero está alistándose para comenzar a trabajar en
categoría doble A, de ahí a que solo nos haya respondido un escueto mail.
“Desde
que llegué a la organización los cubanos me han ayudado, he conversado mucho
con ellos sobre las Grandes Ligas, sobre los métodos de entrenamientos y el
trabajo en equipo, espero pronto estar en mi mejor forma para demostrar mi
calidad”.
El
holguinero Pablo Millán Fernández tampoco se ha puesto la chamarreta de los Dodgers
pero las ganas lo inundan.
Dentro
de poco debe incorporarse a algún staff de las sucursales de la franquicia para
intentar hacer el grado con buen rendimiento. Mientras espera ese llamado,
impaciente, nos comenta: “Es doblemente motivante para mi alcanzar este sueño,
primero por llegar al máximo nivel del béisbol que son las Grandes Ligas y
segundo por acompañar al resto de los cubanos que están aquí. Ya he hablado con
casi todos de ellos, me han motivado mucho, espero que las cosas me salgan bien”.
Nunca
antes seis cubanos habían coincidido en una organización de la MLB. Los Dodgers
de Los Ángeles se han convertido en una especie de “vanguardia antillana” en
las Mayores, en el rostro cubano del Big Show.
Héctor
Olivera ya se ha incorporado a las sucursales de la organización y su inclusión
en el primer equipo no debe tardar mucho.
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