miércoles, 10 de junio de 2015

DODGERS... Y CUBA



Yasiel Puig.


Los Dodgers de Los Ángeles encontraron en Cuba una mina de oro y ahora quieren explotarla.

Yasiel Puig fue el primer metal precioso que brotó, lo desempolvaron, lo tazaron, y al percatarse de su valor preciado, de su corta pero ya incuestionable impronta, decidieron que todo jugador cubano que oliera a MLB, tendría las puertas abiertas para probar fortuna en California, en el majestuoso Dodgers Stadium.

Puig fui el motivo, la bisagra, quien allanó el camino para el resto. Un parteaguas en la nueva era de los Dodgers.

Tras la explosión de Puig, la organización ajustó su gestión de fichajes, llamémosle jamo, y se dispusieron a pescar el talento cubano.

Alexander Guerrero


Pescaron a Erisbel Arruebarrena (25 millones), a Alexander Guerrero (28 millones), a Pablo Millán Fernández (8 millones), a Héctor Olivera (62, 5 millones) y ya tenían en sus filas a Yasmani Grandal.

Un grupo, una familia, un piquete de cubanos, que dicen darse la mano los unos a los otros.

“Lo pienso y me parece increíble, nunca se había visto cosa igual en las Grandes Ligas, nunca había habido tantos cubanos en un mismo banquillo. Es una lástima que todos no podamos estar en el primer equipo, que haya algunos ganándose el puesto en las filiales, sería genial que algún día todos coincidamos en el equipo de arriba”, comenta Grandal vía mail a través de su representante.

Grandal

Grandal es el receptor titular de los Dodgers y probablemente esté pasando por su mejor momento en la MLB. Una vez que se afianzó detrás del home plate como hombre indiscutible para guiar al staff californiano, su rendimiento ha ido en ascenso.

Yasmani Grandal y Alexander Guerrero se saludan durante un partido de la actual temporada.


 Guerrero.

“En el primer equipo solo estamos tres: Puig, Guerrero y yo. Pero estamos seguros que Olivera debe estar al subir, nos acabamos de enterar que ya comenzará a jugar en las filiales. Si bien no andamos siempre uno al lado del otro, sí conversamos mucho, nos aconsejamos, al final llevamos la misma sangre, somos de la misma tierra”.

De todos los cubanos, a Erisbel Arruebarrena es el que más le ha costado el tránsito al profesionalismo. Ni en el diamante, ni fuera de la grama, el cienfueguero ha podido adaptarse. Sigue exhibiendo sus nobles manos para fildear, para alcanzar bolas que amenazan con adentrarse en los jardines, pero su ofensiva sigue pobre, raquítica, y eso, a este nivel de béisbol, no se perdona.

Erisbel.

“He llegado a estar en el primer equipo un par de veces, pero las cosas no me fueron del todo bien, este es un equipo que tiene grandes estrellas como jugadores de cuadro y eso ha influido para que no pueda brillar”, señala Arruebarrena en Facebook, a quien los Dodgers decidieron suspender por indisciplina en lo que queda de temporada.

Sobre el motivo de la sanción, Erisbel no quiso hablar, solo dijo que “hay que seguir trabajando, esto es el profesionalismo, es nuestro trabajo, hay que sobreponerse a los errores que uno comete”.

Arruebarrena, es cienfueguero igual que Yasiel Puig y en Cuba compartieron dogout desde las categorías infantiles. “Él siempre está viajando con el equipo, pero cuando coincidimos en la misma ciudad, siempre nos hablamos para comer juntos, desde Cuba éramos muy buenos amigos. Nuestro carácter es muy parecido, somos explosivos, siempre nos damos consejos, yo a él y viceversa. Puig está loco por tenerme a su lado en los Dodgers, sueño con eso”.


Héctor Olivera.


A otro que le ha costado adaptarse es al tunero Alexander Guerrero, quien recuerda su paso por las inferiores de la organización como “tormentoso”. Ya anclado en el equipo principal, Guerrero ha comenzado a abrirse camino a golpe de batazos.

“Es mucho más cómodo cuando miras para al lado y sabes que tienes a un cubano cerca, mejor si sabes que tienes a más de uno. La estancia es menos pesada, puedes hablar en las prácticas, en las comidas, sabes que no va a haber problema con el idioma. Luego, cuando tenemos algún tiempo libre, nos reunimos y cenamos con nuestras familias”, señala Guerrero a través de Facebook.

Ahora, la lucha de Guerrero es por afianzarse en la novena titular. A pesar de su buen rendimiento con el madero al hombre, el manager Don Mattingly sigue demostrando que Alexander, por ahora, no entra en sus planes.

 “Es complicado porque aquí cada cual se prepara solo, en Cuba no estábamos adaptados a eso, por eso es tan importante, nos ayuda mucho que hayan cubanos en el equipo, así no nos sentimos solos”, insiste el tunero.

La directiva de los Dodgers aún no ha aclarado a la prensa cuál fue la indisciplina que cometió Erisbel Arruebarrena (al centro en la foto) por la que fue separado de la franquicia en lo que resta de temporada.

Olivera.

El próximo Dodgers cubano en subir al primer equipo y debutar en la MLB debe ser Héctor Olivera. El santiaguero está alistándose para comenzar a trabajar en categoría doble A, de ahí a que solo nos haya respondido un escueto mail.

“Desde que llegué a la organización los cubanos me han ayudado, he conversado mucho con ellos sobre las Grandes Ligas, sobre los métodos de entrenamientos y el trabajo en equipo, espero pronto estar en mi mejor forma para demostrar mi calidad”.

El holguinero Pablo Millán Fernández tampoco se ha puesto la chamarreta de los Dodgers pero las ganas lo inundan.

Dentro de poco debe incorporarse a algún staff de las sucursales de la franquicia para intentar hacer el grado con buen rendimiento. Mientras espera ese llamado, impaciente, nos comenta: “Es doblemente motivante para mi alcanzar este sueño, primero por llegar al máximo nivel del béisbol que son las Grandes Ligas y segundo por acompañar al resto de los cubanos que están aquí. Ya he hablado con casi todos de ellos, me han motivado mucho, espero que las cosas me salgan bien”.



Nunca antes seis cubanos habían coincidido en una organización de la MLB. Los Dodgers de Los Ángeles se han convertido en una especie de “vanguardia antillana” en las Mayores, en el rostro cubano del Big Show.

Héctor Olivera ya se ha incorporado a las sucursales de la organización y su inclusión en el primer equipo no debe tardar mucho.


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