Por
Carlos Rodríguez Candila
Lic.
Jesús Alberto Rubio Salazar: leyendo diversas notas, sobre todo el correo
electrónico de Antonio Elizarrarás entre política y deporte, los asuntos son
muy interesantes y su genialidad de reproducir todo vale considerarla.
Me
refiero y considero que tener idolatría hacia un ser o quizá un icono es forma
de creencia o más bien de haber entendido al personaje y admirar su grandeza
que no superan otros, admirable alentador y procurador de preservar figuras que
quienes lo vimos vivimos
sus grandes facultades.
Jamás
olvidaremos y afortunadamente el video tape ya había nacido y es testimonio que
les privó a grandes antecesores. Creo que la crónica escrita los detalló y
siendo béisbol juego científico donde se describe la grandeza de equipos o
individual a cada jugador, las estadísticas, primer deporte en
establecerlas y con toda la complejidad
que ningún otro logra no por pretensión
sino por imperfección , situación que el beisbol no tiene.
¿A
que voy?
La
diferencia que hay entre juegos de conjunto, el béisbol se llena de aficionados.
Persistente
y tenaz y además admirable tu empeño de
ubicar la estatua de Héctor Espino ya es un auténtico problema y se
convirtiendo según aprecio en algo más, una estatua es solo un recuerdo
inmaterial que es símbolo y referencia
de quien la observe, conocedor o aficionado muy joven pueden incluso
preguntarse ¿ quién fue?
Si
tenemos en la aparatología de vivales porque eso son ,directivos de Conaculta, Bellas
Artes, Conade, federaciones deportivas , SEP
y tantas sobre todo un presidente como Plinio Escalante y todo eso que son personajes de páginas periodisticas
que no solo elevan y sobrepasan sus egos, quizá también bolsillos, silencio o
indiferencia simulada siguen
ignorándote.
Encomiable
tu labor para darle su lugar a Héctor Espino, más no olvides que mientras “más va el cántaro al agua más
pronto puede romperse”. Quizá sea más práctico que la Asocrodes y otras
organizaciones estatales, sin hacer
ceremonias y menos pedir, mediante un
formato dicotómico una encuesta nacional
escogiendo a 3-5 o 10 máximos
jugadores del pasado siglo ,
votemos y consideremos quien realmente
mayor calidad exhibiendo porcentajes sean
de jugadores de campo y de pitchers para que los resultantes tengan su figura a
modo de estatua bien protegida en el
estadio de su región de origen.
Respecto
a Espino esa es no solo nacional sino internacional.
Que
el gobierno de Sonora y más que nada el de Chihuahua su tierra natal y principal hagan sin estatuas una biografía bien
documentada y con eso basta para que aficionados lean y enseñen a hijos y
nietos la Leyenda de Héctor Espino.
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