miércoles, 24 de septiembre de 2025

ZENÓN TIBURCIO OCHOA

 

Marcelo Mojica

Don Zenón tiene su residencia, desde hace muchos años, en Hermosillo, Sonora. El pasado mes de junio cumplió la friolera de sus primeros noventa y siete años, pues nació en la antigua calle de Arista, hoy malecón vicealmirante Gabriel A. Carvallo Vera en el año 1912.

Desde niño mostró cualidades innatas para jugar con eficiencia el beisbol. En 1933 salió de nuestra ciudad hacia Atlixco, Puebla, en donde se alistó como soldado sólo para jugar en el equipo del Cuarto Regimiento de Caballería.

Llevó la vida del militar raso. Durmió en el camastro castrense y comió el rancho reglamentario en el cuartel elemental del ejército mexicano, percibiendo la paga correspondiente al soldado sin rango de esa época: un peso con cuarenta y cinco centavos diarios. Junto con él se “contrataron” cuatro paisanos más: Beto Tiburcio; Abraham Hernández, Piña; Gabriel Tiburcio Ramos, El Borrego y José Luis Ochoa.

Así se inició su larga vida en el beisbol nacional donde fue una figura destacada desplegándose con eficiencia tanto en la loma como en la primera almohadilla y en el jardín derecho. Cuando su edad no le permitió a cabalidad salir al terreno de juego fue contratado como manager-jugador primero y manager reglamentario después por distintos clubes. Años después, se desempeñó como ampayer en los máximos circuitos del beisbol mexicano.




Jubilado por Pemex, se entregó por entero a promover el beisbol infantil en la zona petrolera de Las Choapas, Veracruz. Diseñó parques para los niños, participó en la redacción de los reglamentos y enseñó a los pequeños el arte de “jugar a la pelota”.

Pero su consagración en este ramo llegó en los inicios de los años ochenta, cuando viviendo ya en Hermosillo, su tierra adoptiva, la cual le ha acogido con el afecto sincero de innumerables amigos. Aquí fue uno de los principales promotores que instauraron las Ligas Pequeñas en el Estado de Sonora.

Según el prestigioso cronista deportivo Jesús Alberto Rubio, su amigo más cercano, don Zenón «trajo reglamento y credo de Williamsport», es decir, se inspiró en la ideología y en las reglas del beisbol de las Ligas Pequeñas estadounidenses cuyo principal organizador en 1954 fue Peter J. McGovern. El credo dice: Creo en Dios. Amo a mi patriaRespetaré sus leyes. Jugaré limpio. M e esforzaré para ganar. Pero gane o pierda, siempre haré lo mejor que pueda.

El pasado mes de diciembre la Asociación de Cronistas Deportivos de Sonora (ASOCRODE), las Ligas Pequeñas sonorenses y el Instituto del Deporte de Hermosillo realizaron un suntuoso homenaje a don Zenón por su excelente trayectoria deportiva.



En el desarrollo de los eventos la ASOCRODES-Hermosillo presentó una iniciativa al Cabildo en la cual se solicitaba que una unidad deportiva llevara el nombre del eminente alvaradeño.

Entre otros méritos, la asociación expuso también la propuesta de su ingreso al Salón de la Fama del Beisbol de México vía veteranos y destacó además, que nuestro paisano ya es miembro del Salón de la Fama del Deportista Sonorense - es el único no nacido en el estado que ha ingresado al recinto-.

Además, se obsequió al cabildo una reedición especial tamaño carta del libro Zenón Tiburcio Ochoa, un trabajador del beisbol, escrito por Jesús Alberto Rubio y quien esto escribe, con motivo de la mencionada distinción celebrado en diciembre de 2008. El cabildo de Hermosillo se reunió en pleno el sábado 15 de agosto por la mañana.

El Alcalde Ernesto Gándara Camou y los ediles con la presencia del Director del Consejo de Nomenclatura, por unanimidad aprobaron que la Unidad Deportiva de la Colonia Los Naranjos, “escenario donde juega la Liga de Beisbol Infantil Kino lleve el nombre del ilustre Zenón Tiburcio Ochoa”.

Quienes estamos cerca de don Zenón sabemos de sus innumerables méritos ganados con esfuerzo y voluntad a lo largo de su larga existencia. Su triunfo en las lídes de la vida, sea como ciudadano, padre de familia o extraordinario deportista es indiscutible.

El ayuntamiento de Alvarado (2005-2009), presidido por Pedro José Delfín Almeida y con el maestro Rafael Alfredo Ouvierth Sánchez al frente del Comité Municipal del Deporte, estableció el Premio Municipal del Deporte instituyendo como presea máxima la Medalla al Mérito Deportivo Zenón Tiburcio Ochoa.



En noviembre de 2005, don Zenón y su amable esposa, doña Amalia Robles, se dejaron venir desde Hermosillo para recibir el más grande de los homenajes que se le ha hecho en esta ciudad heroica. Presidió el desfile deportivo del 20 de Noviembre, asistió a juegos de beisbol, se vistió de domingo para asistir a la magna ceremonia realizada en su honor en la Casa de Cultura Narciso Serradel Sevilla, donde colgó las medallas a los deportistas destacados en el año y lo mejor, al final del acto tomó el micrófono y dijo lo que le dio la gana.

Se lució como orador consagrado improvisando todo su discurso en el cual expresó emociones grandes y pequeñas molestias profesionales que guardó por muchos años. Firmó varias decenas de un folleto escrito para dar a conocer parte de su brillante trayectoria.

Tres días estuvo con nosotros. Siempre disculpándose por no tener la actividad de la juventud, pero haciendo en todo momento un esfuerzo sobrehumano para caminar apoyando sus largos brazos en una andadera clínica. Cubrió el programa en su honor por completo y en todo momento denotó una alegría de espíritu nueva que demostró en las mil formas de agradecimiento al ayuntamiento y a sus paisanos.

Hoy, cuando faltan unos meses para que se cumplan cuatro años de su última visita, don Zenón no se quita de la cabeza la idea de volver a su tierra natal para pasar el verano en compañía de la peña alvaradeña.

Aunque sus rodillas están fuera del juego su corazón de alvaradeño late juvenil, animado por todos los recuerdos vividos en la tierra que lo vio nacer.

Su memoria prodigiosa, aún retiene cosas de Alvarado como el calorcillo del mediodía, las tardes de brisas frescas a la orilla de la laguna, los chascarrillos y las invenciones de los paisanos en las pláticas nocturnas y las empanadas de jaiba o de camarón en las fonditas de los portales del zócalo.



En muchos comentarios alusivos al Alvarado viejo, le llamo por teléfono y le pido algún dato esencial, él afina los recuerdos y casi siempre me tiene una respuesta cierta de aquel pueblo suyo que hoy añora con un poco de tristeza.

Parece mentira el que hoy, en su tierra de nacimiento, esté olvidado por la autoridad municipal, mientras que en Hermosillo ha sido reconocida su labor de humanista deportivo, su entrega al beisbol en el cual recorrió todos los puestos de manera brillante y su comportamiento como hombre ejemplar universal.

Las medallas con su nombre no se entregaron en noviembre pasado. Permanecen guardadas. Quizá otra administración municipal menos estulta las aflore para que su brillo inunde al municipio, al estado y corra raudo por la república y se detenga en Hermosillo, Sonora.



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